CLEVELAND, Ohio — Los baches han sido tapados. Unos cuantos nuevos hoteles de lujo se ven en el horizonte. Flores y árboles parecen haberse abierto paso por el cemento, coloreando el centro de la ciudad y haciéndolo casi irreconocible incluso para sus habitantes.
Cleveland, al alza de nuevo después de décadas de declive, está lista para recibir una fiesta —la del Partido Republicano.
Pero antes de la esperada nominación de Donald Trump durante la convención nacional partidista en julio, cuando globos rojos, blanco y azules —y quién sabe qué más— marquen el inicio de su contienda presidencial, podría darse una celebración parecida a ninguna otra, una juerga de verano que ponga fin a la agonía.
Mientras el héroe local LeBron James y los Cavaliers están de regreso a la final de la NBA, pero enfrentando una complicada desventaja de 2-0 después de haber sido avergonzados por Golden State en el segundo encuentro de la serie el domingo por la noche, Cleveland tendrá otra oportunidad de acabar con una sequía de 52 años de títulos para equipos profesionales. Los aficionados sueñan con abrir botellas de champaña y atestiguar el desfile en la Calle 9na Este.
"Esperemos que suceda, este es el año", declaró Jim Brown, el running back de Salón de la Fama de la NFL que ayudó a los Browns a ganar el último título que ha visto la ciudad, el 27 de diciembre de 1964. "Cleveland tiene una buena oportunidad".
Y los aficionados saben que eso es todo lo que pueden pedir.
La sequía deportiva de la ciudad —los Cavaliers, Browns e Indios han sumado en conjunto 144 temporadas sin coronarse— y los momentos en que estuvieron a punto de alzar un trofeo en jugadas apodadas como "La Serie" y "El Balón Suelto" se han convertido en algo que quienes no viven aquí mencionan cada vez que Cleveland es noticia. El discurso a nivel nacional suele ser algo como esto: la pobre y lamentable Cleveland, donde el río una vez se incendió, el invierno nunca termina y el segundo lugar es a lo más que se puede aspirar.
Y Cleveland sigue a la espera, como lo ha estado por cinco décadas. Cuando los Cavaliers ganaron su primera serie de postemporada en 1976, los aficionados arrancaron las canastas —una tradición reservada para los postes de los goles de campo del fútbol americano.
Ahora a sus 80 años, Brown espera vivir lo suficiente para ver a Cleveland en la cima de nuevo.
"Es una grandiosa ciudad con aficionados leales, y si los Cavaliers pueden conseguirlo, seguramente las calles cobrarán vida", afirmó. "Los aficionados probablemente desfilarán durante todo un mes".