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viernes, 11 de junio de 2021

Para firmar en RD, prospectos ahora tienen que tirar más duro


 

Por: Nathanael Pérez Neró

 

Yovanny Severino, un lanzador de 16 años que por ser zurdo le habían dicho tenía la velocidad para firmar, se presentó en 2012 a una academia de Grandes Ligas en Boca Chica para ser evaluado y al terminar el try-out el jefe de escuchas del equipo, con radar en manos, le dio el siguiente diagnóstico, con la recomendación de nutrición y de entrenamientos para mejorar en tres meses. Si le sube cuatro millas a la bola rápida y llega hasta 85 millas te firmamos. Una meta que no logró y declinó el béisbol.

 

Hoy, cuando los scouts asisten a un showcase (el casting donde se evalúa a un grupo de jugadores) o un partido de las ligas de desarrollo de prospecto la velocidad que empieza a llamar la atención es de 90 millas, sea derecho o zurdo. Si tiene control, mejor aún.

 

Como principal suministrador de talento internacional a las Grandes Ligas, a la República Dominicana llegan los catálogos con las características de lo que los equipos buscan a futuro y el disparo en la velocidad promedio en la liga (que subió un 5.6% en las últimas dos décadas) no es la excepción.

 

DL entrevistó entrenadores independientes y escuchas, que explicaron cómo las exigencias del Big Show han forzado ajustes hasta en la forma de entrenar y alimentarse los lanzadores para alcanzar el estándar, si bien el del lanzador sigue siendo un recurso pagado muy por debajo con relación al jugador de posición.

 

“Si a los 15 años no tiras consistente la bola rápida a 90 millas o por encima no te firman. Por eso ves muchos lanzadores firmando a los 19 años, que es cuando el físico te lo permite hacer de forma natural, aunque es por chele que te firman”, dice un entrenador en su programa dentro del Hipódromo V Centenario.

 

El preparador, que prefiere omitir su nombre, cita los casos de Framber Valdez (firmado en 2015 con 21 años), Luis Castillo (19) y Cristian Javier (18).

 

En el presente proceso de firmas internacionales que empezó el 15 de enero se entregaron 43 bonos de siete dígitos y el único lanzador en el grupo fue el cubano Norge Vera (US$1,5 MM con White Sox). El siguiente brazo más caro fue el dominicano Bryan Pérez (US$750,000 con los Rockies).

 

Al clásico entrenamiento de resistencia en las piernas (con hincapié en terreno arenoso) se agregó las pesas (un ejercicio no recomendado en el pasado y considerado riesgoso) para trabajar los hombros, espalda, bíceps, pantorrillas, una carga que requiere una cuota mayor de carbohidratos, proteínas y frutas.

 

“El grado de velocidad ha subido. Un pitcher de 90 (millas) anteriormente era un grado de velocidad 50, eso es en Grandes Ligas, y ahora eso es una velocidad 40, eso es ahora por debajo del promedio”, dice un scout, que también pide la omisión de su nombre, puesto que los equipos no los autorizan a hablar de sus políticas.

 

Sin embargo, aclara que cuando se recluta a un joven no solo se toma en cuenta la velocidad actual, sino cómo proyectará desarrollar y ahí influyen otros factores, siempre tomando en cuenta la evolución que promete.

 

“Con un brazo rápido se pueda proyectar que tendrá una velocidad (en la escala) 55-60 en Grandes Ligas, que son 95-96 millas, aunque esté tirando a 84-85. La velocidad proyectable sí tiene que ser superior ahora a lo que era antes, o sea, si proyecta que un muchacho va a tirar a 90 millas cuando esté desarrollado, probablemente no lo van a firmar, porque 90 millas es (hoy) una velocidad bajo average (promedio)”, dice el scout.

 

Es una decisión compleja, donde la llegada de la tecnología ayuda al análisis del grupo de escuchas. Hoy se mide el número de revolución por minutos con una herramienta conocida como spin rate, se utiliza un radar electrónico llamado Trackman, que puede identificar hasta la postura del lanzador en las mecánicas y en función de lo que revela el software conocer lo depurado que está el pitcher y el trabajo que resta por hacer.

 

A mayor revolución de la pelota, mayor posibilidad de sacar outs. Un try-out de hoy puede parecer un estudio de grabación audiovisual, con cámaras y computadoras desde el montículo hasta el home.