Cuando uno piensa en los Cardenales, hay una pregunta obvia, e importante, que salta a la vista: ¿Qué versión del dominicano Marcell Ozuna vamos a ver?
Es una pregunta complicada. A primera vista, la primera temporada de Ozuna en San Luis fue una decepción. Bajo casi cualquier ángulo que se vea, retrocedió en comparación con el estelar 2017 que tuvo en Miami y que lo convirtió en una apetecible pieza de cambio.
2017
.312/.376/.548 • .924 OPS • 37 jonrones
2018
.280/.325/.433 • .758 OPS • 23 jonrones
Eso es malo, obviamente. Sufrió un bajón. Hubo 277 peloteros que tomaron 400 viajes al plato en ambas campañas, y su declive de 115 puntos en slugging fue uno de los 10 más grandes. Su caída de 165 puntos en OPS fue la séptima mayor.
Uno razonablemente podría imaginarse algunas de las razones para entender lo que pasó, como más ponches, más rodados o un bajón en la tasa de batazos duros conectados. Una o varias de esas razones podrían explicar un año así, especialmente dado que se sabía que jugó lesionado de un hombro.
El asunto es que no pasó nada eso. Cuando se mira su disciplina en el plato y algunas estadísticas avanzadas de Statcast™, Ozuna fue básicamente el mismo bateador en ambos años.
2017
21% ponches • 9% boletos • 45% batazos conectados con autoridad • 47% de roletazos • .367 wOBA anticipado
2018
18% ponches • 6% boletos • 45% batazos conectados con autoridad • 47% de roletazos • .353 wOBA anticipado
Ozuna recibió menos boletos, pero también se ponchó menos. Su tasa de batazos duros, rodados y ángulo de salida básicamente no cambiaron. Su wOBA Esperado, una métrica de Statcast™ que toma en cuenta la calidad y cantidad de contacto que hace un bateador, tampoco registró mayores cambios.
Pero el asunto se complica más. Sabemos que la lesión en el hombro derecho fue lo suficientemente severa como para que tuviera que operarse en octubre, pero la diferencia entre los números entre la primera y la segunda mitad fue bien grande, con una actuación mucho mejor tras la pausa del Juego de Estrellas.
2018, primera mitad
.268/.309/.385 • .693 OPS • 10 jonrones
2018, segunda mitad
.299/.351/.506 • .857 OPS • 13 jonrones
En la primera mitad, bateó como Jordy Mercer o Tucker Barnhart. En la segunda parte de la campaña, lució como el puertorriqueño Javier Báez o Matt Carpenter.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Cómo es que desmejoró tanto sin mayores cambios en lo que estaba haciendo en el plato, y luego mejoró de cualquier manera en la segunda mitad? ¿Y qué significa eso para el 2019?
Parte de la razón fue una dosis de mala suerte, batazos que simplemente salieron de frente o que fueron fuertes, pero por el suelo.
De acuerdo con los "Barrels", una métrica de Statcast™ que describe las pelotas bateadas con una combinación de perfecta de velocidad de salida y ángulo. Khris Davis (70) y J.D. Martínez (69) lideraron a las Mayores en "Barrels" el año pasado, mientras que un pelotero de poca fuerza como Dee Gordondio solo uno.
Ozuna tuvo 46 "Barrels" en el 2018, contra 44 en el 2017. La diferencia es que en el 2017, sólo cuatro de esos 44 fueron out (bateó .909 con 3.227 cuando hizo ese tipo de conexiones). Pero en el 2018, 16 de ellos fueron out (bateó "sólo .682).
Por otra parte, Ozuna tuvo algo más de poder hacia el central y el derecho en el 2018, pero hacia su banda, sus batazos perdieron un promedio de 42 pies diferencia, una cifra alarmante suficiente para convertir jonrones en hits u outs.
Quizás ese fue el gran efecto del problema del hombro, que a diferencia de lo que le ha gustado hacer toda su carrera, en el 2018 no pudo batear a gusto hacia su banda.
Todo esto que hemos dicho tiene bastante sentido, salvo una parte. Si el hombro estaba todavía lesionado al final del año pasado, tanto que tuvo que operarse después de la temporada, ¿cómo bateó tan bien en la segunda mitad?
Esta es una teoría: Quizás el hombro ya se estaba sintiendo un poquito mejor. Ozuna fue colocado en la lista de lesionados el 22 de agosto, el día en el que recibió una inyección de cortisona, y regresó el 2 de septiembre. Cuando volvió, bateó un estelar .306/.355/.551 el resto del camino. En septiembre, le pegó jonrones a estelares como Josh Hader, Ross Stripling y Shane Greene, el cerrador de los Tigres.
De nuevo, podemos asegurar exactamente cómo lo afectó el hombro. Pero lo que sí sabemos es que Ozuna fue una estrella en el 2017 y en la segunda mitad del 2018, y que jugó lesionado, y todas las métricas modernas indican que su talento sigue allí.
"Voy a acomodarme", le dijo Ozuna a MLB.com en octubre. "Voy a tener un gran año. Ya verán. Tendré un gran año la temporada que viene.
Son palabras mayores, las típicas que escuchas cuando un pelotero viene de tener un mal año. Pero a Ozuna ya lo vimos tener un temporadón hace apenas dos campañas. Y mostró varios destellos de ese talento en el 2018. No es una locura pensar que pueda jugar en un gran rol para los Cardenales en el 2019.